jueves, 10 de abril de 2008

La sin sueño

Cuando yo era pequeña, me costaba mucho dormir por la noche. Nunca tenía sueño. Mi padre me llamaba así: “la sin sueño”. Debía ser muy pesada, ahora lo veo, y entiendo el suplicio que debe ser a veces ser padre cuando a las 3 de la mañana te llama tu pequeñajo con los ojos como platos y con ganas de chachara, teniendo tú que madrugar para currar al día siguiente. Me pasaba las noches llamando a mamaaaaaaaa, y la pobre mujer venía a mi cama. “No tengo sueño”,”bueno, pues cierra los ojitos y ponte a pensar en lo que has hecho durante el día”. “Tengo sed” “Cariño, ya llevas tres vasos de agua. Puedes aguantar ya sin beber. Cierra los ojitos y ponte a pensar en lo que vas a hacer mañana”. “Me hago pis”(lógico después de tres vasos) “pues, venga, levántate, haz pis y en la cama te pones a pensar en lo que vas a hacer mañana”.
La verdad es que esta terapia de reestructuración cognitiva de mi madre la sigo utilizando en la actualidad en las rarísimas ocasiones que no pillo el sueño, que parece que estoy recuperando todo lo que no dormí de niña. Si no me duermo, me pongo a pensar en todo lo que tengo que hacer al día siguiente y ante el agobio prefiero caer en la inconsciencia y me quedo sopa.
Mi madre para solucionar el problema de su “Pequeña la sin sueño”, probó todos los remedios que se le ocurrieron a ella y a todas sus vecinas en esas reuniones de equipo que hacen todas las madres donde dan soluciones para educar a los hijos de las demás sin saber que hacer con los suyos propios. Al final, la solución a mi insomnio infantil lo encontré yo solita. Tenía una especie de mantita de raso de cuando era bebé que era muuuuuuyyyy suave. Al frotarlo hacía un ruidito, “pichí-pichí” y entre el ruidito y lo suave que era, me quedaba dormida. Lo llamé así:“pichí-pichí” y no podía dormir si no era abrazada a ese trapucho, pegada mi carita a él. No podía ir a ninguna parte sin mi pichí-pichí y porque la Conferencia Episcopal no se lo permitió pero mi madre tuvo intenciones de beatificarlo porque su Pequeña“la sin sueño” dormía las noches de un tirón gracias a él.
Hoy no tenía intención de escribir porque estoy muy liada pero me ha llamado mi madre y me ha contado que ha encontrado mi pichí-pichí en las entrañas de un armario-trastero-agujeronegro que tienen en casa. Me hace gracia que Pichí-Pichí en mi recuerdo es una manta enorme, suave y preciosa (claro yo tenía 3 ó 4 años) pero en realidad Pichí-pichí es un trapillo cutre y deshilachado muy pequeño que da bastante asquito el pobre.
Me pregunto si ahora Lobito es quien cumple las funciones de Pichí-Pichí…

5 comentarios:

El opositor dijo...

En realidad son 23, (puse 21 más viejo porque en la foto cumplía 2) de chavalín nada! jaja.

Qué bueno lo de tu mantita, yo hacía lo mismo pero agarrado a un calcetín.

Un abrazo!

Twat Boy dijo...

Recupera a "pichí-pichí"!!! Qué bueno lo tuyo...

Elric dijo...

Hay un gran personaje de la historia del cómic que tenía su pichí-pichí

¿Lo recordáis?

caracol dijo...

yo también era de las que no dormía, tomaba agua toda la noche y me la pasaba hablando sóla. Al menos no le hablaba a mis papás. y nunca tuve una pichí-pichí... todavía batallo para dormir... debería conseguirme una pichi-pichi (o un lobito)...

un beso!

Ceteris Paribus dijo...

Tu post me recuerda a mí.
Cuando nací me regaló mi abuela una cobijita que ella misma tejió. Unos años después, cuando apenas hablaba, me resultaba imposible decir 'cobija' asi que me inventé "bibija". Dormí con la bibija varios miles de años así que entre tantos sueños y desvelos la pobre cobija ahora está casi en pedazos.

Me acabas de dar una gran idea para un post... no había pensado en escribir sobre mi bibija. GRACIAS