martes, 18 de septiembre de 2007

De Metro y cariño.

No todos los roces hacen el cariño.Esa es la conclusión que extraigo todas las mañanas de camino al trabajo en el Metro. Todas las santas mañanas la misma historia,sin variación alguna. Me resigno y asumo que voy a ir espachurrada y apretada contra personas que no me despiertan ningún cariño, intimando carnalmente sin mediar palabra. Intento pensar que cumplimos una función social y emotiva ya que todos los días los usuarios del transporte público hacemos la campaña de "abrazos gratis" aliviando al que se sienta solo y desamparado. Además quien dice abrazos dice restregones, empujones, roces y apreturas. Toda una orgia mañanera entre señoras, estudiantes, jubilados y demás fauna madrugadora .
También quiero pensar que hacemos un bien por la salud de este pais realizando una campaña a favor del consumo de pescado azul porque me siento como una sardinilla en lata. Hoy he ido tan pegada a un tío que parecía un baile de esos que llama mi abuela "agarraos" al son de la melodiosa voz "Próxima estación: Gregorio Marañón". Y yo soy una chica tradicional, que a mí antes de ese restregón me gusta saber cómo se llama, si estudia o trabaja y si viene mucho por aquí. Tanta apretura para luego irse sin más, un "si te he visto, no me acuerdo"en toda línea. Casi me hace un hijo y yo no podría decirle a la pobre criatura cómo se llama su padre...Hijo mío, sólo sé de él que tuvo cuidado de no introducir el pie entre coche y andén...

2 comentarios:

Twat Boy dijo...

Que bueno! Ármate de paciencia y pregunta el nombre a todo el que vaya entrando al vagón. Así por lo menos pondrás nombre a la experiencia mañanera.

Anónimo dijo...

jejejejeje, buenisímo