El sábado por la tarde estuve en casa de unos amigos. Nos juntamos unas diez personas. Fue una fiesta preciosa, muy bonita, la verdad. En las fiestas con mis amigos siempre, tarde o temprano, en algún momento de la velada, terminamos tocando música: sacamos las guitarras, los bongos, el jembe, las armónicas, el teclado y las palmas. Es lo que tiene juntarnos tanto virtuoso musical y tanto melómano. Y es bonito, muy bonito. Yo me lo paso pipa pero lo único que puedo aportar a la causa es mucho sentimiento y mi vocecita, poquita y desagradable. No sé ni seguir con las palmas un ritmo por sencillo que sea, no te cuento ya con un bongo o unas maracas. Lobito que me quiere, dice que es que me falta entrenamiento, pero yo pienso que mi oído musical es el mismo que el de una tapia y que mi sentido del ritmo es similar al de mi visión nocturna: nulo. Pero a mí me da igual, yo lo doy todo y me entrego con mi voz de pito desafinado. Al final, si el tamaño de la casa lo permite (porque es lo que tiene mi generación, que todos vivimos en minipisos), dejo la parte vocal y me doy al baile donde recupero un poco de gracia. Y no sé como lo haremos todos en conjunto y qué pensarán los vecinos, pero no puede ser más bonito. (las cervezas también ayudan)
No puede faltar nunca "Redeption Song" de Bob Marley, con el chico de La Acandemor a la guitarra y Marley1977 como vocalista. Bueno, el repertorio de Bob Marley suele caer siempre al completo, así como el de U2 y las dos "With or without you" y "All I want is you". También cae siempre "Talking about the Revolution" de Tracy Chapman. Y otro de nuestros grandes clásicos, la canción de Lobito y mía: "Where is my mind" de los Pixies, cuya letra por mí cantada jamás logra pegar con la música que toca Lobito a la guitarra.
La típica fantasía adolescente de ser cantante en un grupo de éxito me ha acompañado toda la vida. Debe de ser por el complejo de poca voz que tengo que no he logrado en mi vida que me oiga un camarero en la barra del bar a la primera. Siempre me he imaginado como la típica vocalista afectada, hiperfemenina, todo pose y carácter, una Amy Winehouse menos politoxicómana y menos poligonera, muy rollo pin up de los ´50. Haría una versión del “Me and Bobby McGee” de Janis Joplin y del “Drugs don´t work” de The Verve. Me tiraría más la música electrónica pero mis unpluggeds serían de escándalo. Fumaría afectada y me pintaría los labios de rojo chillón en mitad de cada concierto. Rompería el espejito en mil pedazos con mis stiletos de 15 cm y cantaría cada canción como si fuese la ultima vez. Desconcertaría al público quedándome callada, seria, toda digna, para luego entregarme con furia a darlo todo. Cantaría en inglés y arrastraría mucho las eses. Diseñaría las portadas de mis discos con fotos sordidas y decadentes. Cada concierto mío sería recordado como una performance sórdida y ultramoderna, burlesque íntimo y punk.
Estos calores de Julio me están matando.
El continuo espacio-tiempo
Hace 1 día
4 comentarios:
Jajaja
Me encanto tu viaje...
todos nos deberiamos regodear en nuestras fantasias como tu lo haces...
Saludos!!!!!
Venga, y ahora a triunfar.
Qué bien planeado lo tienes, sólo te falta el grupo y el contrato con la discográfica... porque el directo ya lo tienes muy bien diseñado. Avisa del próximo concierto!!
¿ya están a la venta las entradas?
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