lunes, 30 de junio de 2008

De blancura y venas. Día complejo.

Llega el verano. Desde que tengo uso de razón esta es la frase que más oigo: “Qué blanquita eres”. Lo sé. No me lo digan más. Ya sé que tengo que usar crema superprotectora pantalla total, sé que no debo tomar el sol. Lo sé. No soy kamikaze ni suicida, me encantaría poder ponerme morena pero asumo mi blancura y no tomo el sol. Por favor, no hace falta que desconocidos y conocidos me griten y me avisen cuando me ven bajo el sol como si estuviese a punto de cruzar un semáforo en rojo en plena Castellana y con los ojos cerrados. NUNCA estoy más de 5 minutos al Sol sin protección, pero por favor, déjenme disfrutarlos. Y por favor, si me ven roja no es que esté quemada (bueno, a lo mejor sí estoy quemada, pero quemada de oirlo) es que me pongo roja por el calor. Y no, NO ME DUELE.
Y ya que están tan interesados en mi delicado color de piel ejerciendo de madre (cuando Madre no hay más que una y es tan blanquita como yo) por favor, tengan la consideración de no recordarme al final del verano que estoy tan blanca como al principio. Todos los Septiembres de mi vida igual, una continua comparación de antebrazos morenos con el mío blanquito o ligeramente rosado. Que sí, que subirá la autoestima del dueño del bronceado pero no hace falta que vaya acompañado de la frase “ay, pues no se nota que has estado en la playa”, “qué pasa , este año no has tenido vacaciones?” o “cuándo te las coges?”.
Ains, perdon por lo susceptible que ando hoy con mi tono de piel. Es que con estos calores y liberaciones de ropas ando sin vivir en mí. No tengo un tono de piel lechoso, tengo exactamente el mismo color de piel que el color de las ceras Plastidecor que de pequeños llamábamos “color carne” o más rosita quizá. Y entre este color de piel y mi excelente circulación se me notan muchísimo las venas, las varices, las vivices, las arañas vasculares y todo los itinerarios que utiliza la sangre de mi cuerpo para circular por mis piernas. Esto hace que me de corte llevar falda o pantalón corto. Y me los pongo, que conste, desde que ha empezado el calor ando todo el día en falda o pantalón cortito, que yo soy de las que piensan que hay que aceptarse como uno es, y no aceptar la tiranía del físico. Y sí, yo la teoría me la sé muy bien, pero ay, que mal trago paso. Lo admito, lo reconozco. Me encantaría ser más segura y aceptarlo y que me diese igual pero es lo que tiene un complejo, que sabes que es algo que sólo tiene importancia para ti y te incapacita. Y yo hago mis esfuerzos, pienso que hay cosas peores y voy en mi faldita corta y a quien no le guste que no mire.
Ayer voy al Rastro a dar una vuelta, voy con mi vestidito mini de veranito, me meto en el metro, me siento y me pongo a leer. Dos estaciones más tarde, se montan dos chicas, más o menos monas, veinteañeras tardias y se ponen agarradas a la barra muy cerquita de mí. Hablan de sus cosas, del bronceado, de la celulitis, etc, etc, etc.
Y yo sé que estas cosas me pasan por escuchar conversaciones ajenas. Al oir el tema “varices” al ser una cuestión que capta mi atención, me dediqué a escucharlas como quien no quiere la cosa. Cuchicheando entre risitas y confidencias, reproduzco la conversación:
Boba1: - Ay, pues yo lo llevo fatal, se me cargan las piernas con este calor.
Boba2: - Ay, yo también, es que es horrible, tengo los pies hinchadísimos.
Boba1- Sí pero tú no tienes ni una variz
Boba 2- Ay , cómo que no? Mira
(se empiezan a mostrar una a otra las piernas. Miro de reojo y la verdad es que no tienen casi nada. Hasta aquí bien)
Boba1: Es que es horrible, yo el año que viene me las quito con laser
Boba2: Sí, yo también. Lo llevo fatal.
Boba1: Bueno, podía ser peor , mira las piernas de esa chica.
Boba2: Uff, sí.

Esa Chica era YO.
No había otra opción. A mi alrededor solo había individuos de sexo masculino y dos mujeres con pantalón largo.
No fui capaz de decir nada. Se supone que no lo tenía que haber escuchado. Y me sentí pequeña, como si se hubieran metido conmigo en el patio del colegio por llevar gafas. Me sentí muy fea y fuera de lugar con mi vestido tan corto y me invadió la rabia y me dio rabia que me entrase rabia y que mi autoestima se desplomase por el comentario de dos desconocidas maleducadas. Que me lo tenía que haber echado a la espalda y lo único que hice fue recoger los trocitos de la autoestima del suelo.

Llegué al Rastro y me compré el vestido más corto que encontré.



PD. Y sí sé que es cubrir una frustración a través del consumo materialista y las varices siguen en el mismo lugar y la autoestima sigue oscilante pero ¿y lo monísima y contenta que estaba yo con mi vestido nuevo viendo el partido de España?

6 comentarios:

Twat Boy dijo...

Tú ni caso. Boba 1 y Boba 2 bastante tienen con hablar de bronceados y varices... qué apasionante!!!! Lo dicho, faldas cortas, que hace mucho calor.
Un saludo a todos!!!

ynosek(+)kontarte dijo...

que par de idiotas ... haberles dicho que no eran varices, que era una enfermedad terminal que se pegaba con un sólo roce .. y justo en ese momento las tocas el brazo mientras sonríes...
a mí me llevan diciendo toda la vida a ver si tomo el sol con colador ... un coñazo esto de las pecas ... sí señor.

potsis dijo...

Yo de varices no entiendo, pero supongo que acarrean algo más que un problema en el ojo ajeno.

Y hablando de gente blanca, pues yo soy uno de esos que están pálidos al comenzar el verano. Y que cuando termina estoy más blanco que cuando empezó. Además abandono de vez en cuando el color blanco para tornarme rojo.

Un saludo.

chimeneaverde dijo...

seguro que era precioso el vestido.

ToNee dijo...

y cuando movian la cabeza no les sonaba como un sonajero???
no hay nada como un vestido nuevo para subirse la moral, en mi caso, lo dejo en una camisa! disfruta el veranito! besos!

Ceteris Paribus dijo...

No dejes que un par de cerebros sin relleno te hagan sentir así, pequeña.
Tú sigue usando tus vestidos/faldas y presumiendo la piel blanca de tus piernas.